Resulta curioso el nombre que eligen algunos para sus bandas de rock, un caso llamativo es el de Cinderella, cenicienta en italiano, un nombre no demasiado rockero y eso que en italiano suena un poco más potable ( no sabemos que opinan los italianos al respecto) ¿os figuráis un grupo que se llamase Cenicienta? imaginaros diciéndole a vuestros colegas, que el Sábado a la noche, no podéis quedar para la timba de pocker porque vais a ir a un concierto de Cenicienta, otra cosa sería llamarse La Cenicienta tatuada o borracha, indudablemente cambiaría el sentido del nombre y quedaría bastante más pasable, otra cosa curiosa es la imagen que las bandas de rock intentan proyectar, como aquellas bandas de los años ochenta, víctimas de la moda impuesta por las productoras, en un intento de atraer a la vasca más por el impacto visual que por el sonido que emanase de sus instrumentos, parecían más pendientes del pañuelo, del peinado y de seducir a la cámara con su aspecto de Cenicienta que de la música, aunque en el plano musical también se encargaban de incluir en su repertorio una selección de melosas baladas para sacar en la MTV. Hoy en día por suerte los supervivientes de aquella época de laca y lentejuelas, se han olvidado un poco de esa imagen de rockstar y se reconvirtieron en algo menos artificial, también hay que recalcar que otros optaron u optan desde un principio por algo más sencillo y aunque la sencillez también representa una imagen lleva menos tiempo de acicalamiento y resulta menos trabajoso, en definitiva una banda de rock, más allá de nombres pegadizos y del aspecto que sus integrantes quieran mostrar, consiste en un puñado de macarras haciendo música, y esto es una obviedad, pero sin música, una banda de rock es como un partido de fútbol sin balón, no tiene ningún sentido y no sirve para nada.

 

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Johnny Winter, uno de los mejores guitarras de blues-rock, un blusero pura sangre, se ha ido con su música a otra parte, un Winter que con su guitarra de fuego, mantuvo durante décadas viva la llama del rock’n’roll en este asqueroso e impiadoso mundo y por supuesto en Letal Age tiene su merecido tributo y este comentarista aparte de al gran albino del blues, quiere dedicar el programa a los gatos callejeros, bribones astutos y escurridizos, sobreviven buscándose las lentejas al margen del orden establecido y esquivando a sus perros guardianes, porque los auténticos rockeros, seguro llevamos dentro un gato callejero y ahora si me disculpan, pillaré un par de cervezas y me iré un rato a tocar la guitarra al callejón, porque al blues y al rock’n’roll, la acústica barrio bajera, les sienta mucho mejor.

 

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En este perríodo veranigo y vacacional, invitamos a todos los que quieran apuntarse, a un safari junto a los ejemplares más salvajes de la fauna rockera, rompamos las cadenas, demos rienda suelta a nuestro instinto animal y saquemos fuera la fiera que todos llevamos dentro, porque este verano en Letal Age, ruge el rock’n’roll.

 

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